jueves, 28 de marzo de 2024

¿DERECHA? ¿IZQUIERDA? ¿SIGUEN TENIENDO SENTIDO? (Primera Parte: LA TEORÍA)

Vamos a vivir unos meses trepidantes en un nuevo ciclo electoral. ¿Votar? ¿A quién votar? ¿A programas “conservadores” o a programas “progresistas”? ¿programas de “derechas” o de “izquierdas”? ¿Con que sigla identificarse? Lo primero sería preguntarse si estos términos tienen hoy sentido en la actual fase de la Cuarta Revolución Industrial. Lo segundo, reconocer qué es lo que aporta esta “revolución” a nuestras sociedades y cómo modifica los criterios políticos. Y, finalmente, plantearnos cuál es la “gran contradicción” de nuestro tiempo y lo que implica en términos políticos. Estos apuntes responden en parte a estas cuestiones.

UN VIEJO PROBLEMA

Preguntas así se vienen formulando desde hace 90, en los años 30 del siglo XX, cuando los “no conformistas” franceses la pusieron sobre el tapete, hartos de que lo mejor de su generación se viera desgarrada por luchas partidarias. La piedra de toque fue el mito soreliano del 6 de febrero de 1934, en el que columnas de Acción Francesa y de las ligas fascistas convergieron en la parisina Plaza de la Concordia, a las que se unieron formaciones comunistas, intentando marchar contra el parlamento situado al otro lado del puente del Sena, para protestar contra la República agonizante por la corrupción, ingobernable por las luchas partidarias y gestionada por gobiernos ineptos.

Durante décadas, cierta extrema-derecha permaneció presa por este mito y por la moraleja que encerraba: ¿Era posible que extrema-derecha y extrema-izquierda se unieran para combatir al “sistema”? Pregunta inútil, porque la realidad, pertinaz y tozuda, respondía siempre negativamente. Pero noventa años después del 6 de febrero de 1934, algo ha cambiado. Lo que era antes imposible, improbable e, incluso, altamente ofensivo al sentido común, ha adquirido ahora cierta lógica, especialmente si nos centramos en lo esencial y nos olvidamos de lo que ayer era relevante y hoy es, casi, superfluo.

¿CUÁNDO NACIÓ LA DIFERENCIACIÓN DERECHA-IZQUIERDA?

No existe unanimidad sobre el acta de nacimiento de los términos “derecha” e “izquierda”. Para unos se trata de dos puntos de vista que separaban a los monárquicos de los republicanos a partir de la Revolución Francesa; para otros, la diferenciación nace en el mundo anglosajón en el debate entre Edmundo Burke y Thomas Paine (véase el libro de Yuval Levin “El gran debate”), en el que el primero encarnaría los valores de la derecha y el segundo los de la izquierda. Pero, de lo que no queda la menor duda, es de que la diferenciación y la popularización de ambos conceptos se produjo en un momento indeterminado de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. En otras palabras: estos conceptos nacieron con el hundimiento de las aristocracias y con la irrupción de la burguesía de la mano de la Primera Revolución Industrial. No hay derecha, ni izquierda, en el mundo previo a la irrupción del vapor. Este pequeño detalle es importante.

Hoy se admite que cada revolución industrial impone cambios en profundidad a las sociedades: introduce cambios en las costumbres, en la vida económica y altera profundamente la realidad social. Y quienes dictan las nuevas “reglas del juego” siempre, inevitablemente, son los propietarios y, por tanto, los principales beneficiarios, de las nuevas tecnologías que han hecho posible ese salto económico.

La Primera Revolución Industrial tuvo como resultado barrer la hegemonía de las aristocracias y las reformas que se produjeron desde la independencia de los EEUU hasta la Revolución Francesa, marcaron la irrupción de la burguesía. Fueron ellos los que, enarbolaron el lema “libertad, igualdad, fraternidad”. La Primera Revolución Industrial permitió una primera acumulación de capital y el establecimiento de monarquías constitucionales (en donde la aristocracia quedaba relegada a un lugar “honorífico” en el menor de los casos) o de Repúblicas laicas (allí donde la monarquía fue derribada).

El proceso se repitió en la Segunda y en la Tercera Revolución Industrial con la aparición del motor de combustión interna, la electricidad, la fusión nuclear, las comunicaciones a distancia, etc. El leit-motiv político seguía siendo el mantra “libertad – igualdad- fraternidad”, utilizado tanto por las democracias liberales burguesas, como por las democracias populares proletarias. En cada una de estas fases de desarrollo del capitalismo, las sociedades se fueron reordenando en función de quién era el propietario de las tecnologías que habían hecho posible el salto evolutivo en materia económico-tecnológica.

EL TRÁNSITO DE UNA A OTRA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La Segunda Revolución Industrial aceleró las concentraciones de capital, pero, también, las crisis de superproducción. Las reglas del juego fueron impuestas por los “barones del ferrocarril”, los “barones del petróleo”, los “barones ladrones” (en los EEUU), los propietarios de las grandes siderúrgicas y de los consorcios energéticos, los grandes fabricantes de automóviles y de armamento, las industrias químicas, etc. El vigor de esta mutación socio-económica alcanzó hasta finales de los años 80: fue el momento del auge y de la caída del colonialismo europeo, de las dos Guerras Mundiales, de las revoluciones proletarias y de la Guerra Fría. El mundo capitalista multinacional se organizó en partidocracias, mientras que su antítesis, el mundo comunista se organizó en torno a la “casa-madre” soviética.

Sin embargo, en los años 80 y 90, aparecieron nuevas tecnologías de la información, se popularizó el microchip, la informática y la computación, paralelamente al colapso de la URSS. Es así como se llega a la Tercera Revolución Industrial en la que los propietarios de las tecnologías de vanguardia de la época son empresas IBM, las empresas de comunicaciones, mientras que aumenta la digitalización que permite optimizar el comercio mundial, aparecen nuevas empresas que se desarrollarán rápidamente (Microsoft, Apple). El capitalismo exaspera los rasgos financiero-especulativos, mientras que el comunismo se hunde irremediablemente. En ese período, los dictados del poder mundial emanan de los EEUU, lo que solamente fue posible porque los recursos tecnológicos de esta revolución industrial habían nacido casi exclusivamente en los EEUU. Irrumpe la globalización.

Pero hacia finales del milenio se inicia una nueva revolución tecnológica que hace que, a partir de ese momento, ya nada sea como antes. Las investigaciones sobre robótica, inteligencia artificial, ingeniería genética, el establecimiento del mapa del genoma, la computación cuántica, los nuevos materiales, etc, suponen un salto que nos lleva a la Cuarta Revolución Industrial caracterizada por la digitalización de la economía y de la producción y conduce a rutas nunca antes exploradas para el género humano.

¿QUE ESTÁ OCURRIENDO EN LA MODERNIDAD?

Los términos de “derecha” e “izquierda” que se habían formado durante en el clima de la revolución del vapor (entre monárquicos cristiano y liberales laicos), que habían sobrevivido en la Segunda Revolución Industrial (entre conservadores y socialistas), que pudo prolongarse en la Tercera (entre partidos de centro-derecha y partidos de centro-izquierda), todo esto ha saltado por los aires

Las enseñanzas históricas se obtienen cuando concluye un ciclo histórico y este final permite que sea observado y analizado con más objetividad que cuando se está desarrollando. Pero, si hacemos un esfuerzo por entender los elementos que están presentes en la nueva situación, nos veremos obligados a constatar:

1) Que el impacto de las nuevas tecnologías surgidas con la Cuarta Revolución Industrial sobre la sociedad, es mucho mayor que lo que supuso la aplicación del vapor, de la electricidad o del motor de combustión interna.

2) Que, mientras las mutaciones tecnológicas anteriores, afectaban solamente a lo que hoy se llama “la calidad de la vida” y redundaban en una mejora en las condiciones de vida de nuestras sociedades, la Revolución Industrial en curso no aspira a crear nuevas y mejores condiciones de vida, sino a modificar al ser humano. No afectan a la “calidad de la vida”, sino a la misma “vida”.

3) Por tanto, no estamos ante la perspectiva de mutaciones sociales, económicas o culturales que modifiquen y mejoren las condiciones de vida del ser humano, sino que, por primera vez en la historia de la humanidad, se pretende, sobre todo, “cambiar al hombre” e, incluso, alterar la misma concepción de lo humano y de la organización social. Por primera vez el ser humano, ya no es el protagonista ni el sujeto de la historia, sino que este rango ha pasado a las tecnologías susceptibles de variar la condición humana.

4) Estamos, pues, ante una mutación antropológica y, en este plano, ya no puede hablarse de derechas o de izquierdas, sino de gentes que aspiran a ser lo que siempre han sido, a organizarse en función de células básicas familiares, como siempre han sido (esto es, con hombres y mujeres), compartiendo valores sociales y culturales comunes, o bien de gentes que aceptan la subordinación de lo humano a lo tecnológico, que aspiran a utilizar las tecnologías para “mejorar” al ser humano y en nombre del nuevo lema “igualdad – diversidad – inclusión”, paradigma que ha llegado con la revolución tecnológica.

5) Estos cambios antropológicos son posibles mediante la aplicación de las nuevas tecnologías que antes hemos enumerado: ingeniería genética, cambios de género, bebés a la carta, prolongación artificial de la vida mediante conectividad cerebro-ordenador, creación de mundos virtuales, manipulación genética, etc, o bien mediante las “nuevas filosofías”, desde los “estudios de género”, hasta la ingeniería social, los nuevos patrones psicológicos de “salud” y “enfermedad”.

“LOS FRACASOS DE LA MODERNIDAD, NO SON LOS FRACASOS DEL PROGRESISMO, SINO CULPA DEL SER HUMANO…”

La mutación antropológica está en marcha: cada día oímos en medios de comunicación, tan ignorantes como petulantes, que el planeta está a punto de desaparecer por culpa de lo humano, que por todas partes existe hambre, sufrimiento, guerra, miseria y desesperación y que, todo esto podría resolverse poniéndonos en manos de experimentos como la Agenda 2030, y su malhadada idea apocalíptica del “cambio climático antropogénico”; ante la posibilidad del apocalipsis malthusiano, la única salvación está en que dejemos de tener hijos y nos contentemos con mascotas, en abolir la noción de familia heterosexual; martillean con la idea de que las relaciones estériles son los más dignos de respeto y los que más atención merecen… Cuando recurrimos a un teléfono de ayuda ya no hablamos con alguien de carne y hueso, sino con una inteligencia artificial, los bancos han dejado de “vender” calor humano, cierran oficinas y derivan a su clientela hacia el mundo virtual; éste, por su parte, se prepara para recibir a millones de migrantes decepcionados por el mundo real, en donde allí podrán ser lo que quieran y presentarse como quieran. Si tienes recursos suficientes podrás disfrutar de las nuevas terapias genéticas y de las medicinas diseñadas a medida, podrás incorporar nanomáquinas a tu cuerpo que resolverán gen a gen, célula a célula, cualquier problema de salud. Los ancianos ya no se verán acogidos y cuidados por sus familias, sino por robots, nuestros hijos ligarán y se relacionarán con los personajes virtuales que elijan y construyan a su gusto, nada de convivir hombres y mujeres, nada de hijos, mejor adoptar mascotas o inmigrantes, para los que quieran y puedan pagarlos; y, por supuesto, que nunca un embarazo deforme tu cuerpo, ni te absorba la educación de tus hijos. La familia, la comunidad, forma parte del pasado: si quieres una comunidad propia, constrúyela en un espacio virtual, a tu gusto, a tu antojo, para ti. Diferente a cualquier otra, en tu propia unidad del multiverso...

Cierta filosofía se ha hecho eco de lo que han definido como el "fracaso del ser humano". Al igual que cuando el marxismo veía fracasar sus esfuerzos en tal o cual país, proclamaba inmediatamente que la doctrina no había fracasado, sino que el fracaso se había debido a los que la habían asumido, frecuentemente la clase obrera, ahora se nos cuanta que no es el sistema rousoniano y sus derivados, los que han fracasado, sino que el fracaso se ha debido a una humanidad lo suficientemente estúpida para no apreciar "tan nobles y justos ideales"

Así pues, lo mejor es que esa humanidad perezca alegremente por extinción (sin hijos y con mascotas), y mientras tarda en desaparecer, mejor que se refugie en mundos virtuales antes que apreciar y tratar de modificar la realidad. La “élite”, aquella que, por las razones que sea ha logrado una acumulación de capital suficiente que le permita disfrutar de las posibilidades de consumo, ocio e, incluso, de la huida del planeta en caso de necesidad, será la que cuente: por lo demás, como decía Nietzsche, que se la lleven el diablo y las estadísticas.

DENTRO DE ESTE PANORAMA ¿PODEMOS SEGUIR HABLANDO DE DERECHAS E IZQUIERDAS?

Vivimos tiempos de transición, tiempos en los que un ciclo se está cerrando; no sabemos cuánto tiempo durará esta fase decadente de civilización, ni cuándo volverá a lucir el Sol, pero lo que sí sabemos es que las categorías de “derechas” e “izquierda” nacidas para posicionar a las poblaciones en las tres revoluciones industriales anteriores, ya no sirven para la Cuarta.

Las antítesis de derecha-izquierda tenía su lógica en aquellos momentos en que existían contradicciones “sociales” y “económicas”, o antítesis entre bloques geopolíticos identificados con posiciones “proletarias” o “capitalistas”. Pero ahora el problema es mucho más complejo: se trata de afrontar un reto antropológico

Existen gentes de izquierdas y gentes de derechas que están de acuerdo en que solo existen dos sexos, que consideran que la familia es un buen modelo organizativo de la sociedad y que siempre ha existido de la misma forma que la ley de la gravedad siempre ha operado sobre lo humano; o que cada pueblo tiene derecho a un marco propio de convivencia y en que ese marco es deseable que sea lo más homogéneo posible, en donde las contradicciones étnicas, culturales y antropológicas, estén reducidas a la mínima expresión y en donde puedan existir proyectos y valores comunes, a la vista de que, sin valores de referencia, cualquier forma de Estado es literalmente inviable; existen gentes de izquierdas y de derechas que consideran peligrosos determinados experimentos sociales y monstruoso alterar lo humano, incluso en que, la honestidad, la claridad, la verdad, son valores que merecen ser exaltados y que deben serlo en lugar de “postverdades”, discursos políticamente correctos, wokismos y demás basuras ideológicas de la modernidad. Estarán de acuerdo, igualmente, en la monstruosidad de algunas normas educativas tendentes a adoctrinar en función de ideologías de género y demás locuras surgidas del cerebro de inadaptados sociales, trastornados o simplemente carne de psiquiátrico.

Las rivalidades que han podido tener izquierdas y derechas, han quedado en el tiempo de la Cuarta Revolución Industrial muy desfiguradas y relegadas a aspectos muy secundarios en relación con el vector principal de este momento histórico: la revolución tecnológica y sus implicaciones sobre la sociedad. Es un proceso que se está dando ante nuestra vista, casi sin que nos demos cuenta. Ni siquiera la antigua clasificación “progresistas-conservadores” que hoy suelen utilizar los herederos de la izquierda es ya válida. Hay “progresistas sensatos” y “progresistas aventureros”: progresistas que aspiran a que la sociedad evolucione de manera natural y otros que aspiran a poner el pie en el acelerador, de la misma forma que los conservadores tienen distintas velocidades e intensidades. Los bloques de derechas y de izquierdas van difuminando sus fronteras: los centrismos van desapareciendo en todo el mundo, los eclecticismos son cosa del ayer; aquellos que son consciente de lo que está ocurriendo se orientan automáticamente hacia posiciones extremas en un sector que ya no es la “derecha de la derecha” y hacia otro sector que ya no es la “izquierda de la izquierda”. Es preciso, por tanto, establecer nuevas categorías políticas definan lo que es “amigo” de lo que es “enemigo”.

Pero, aquí y ahora, afortunadamente, mientras queden una pizca de sensatez y racionalidad, los habrá que se apongan a una mutación forzada del género humano y los habrá que aspiremos a reconfigurar al ser humano mediante técnicas de adoctrinamiento, injerencias en nuestro ADN, establecimiento de mundos virtuales o medidas de modificación de las estructuras básicas de la sociedad. Y no es una bagatela coyuntural: hasta ahora todas las sociedades desarrolladas se han basado en la familia como célula básica; si ahora se destruye a la familia, lo que se está es dando un doble salto al vacío sin red, que puede concluir en la desarticulación completa de la sociedad (o acaso eso es lo que se pretende).

Como siempre, son los propietarios de las nuevas tecnologías los que tienen la tentación, no tanto de modificar las estructuras sociales, sino especialmente de modificar al ser humano y los principios básicos de organización de la sociedad. Son los Bill Gates, son los Zuckerberg, son los Bezos, son los Musk, los que aspiran a marcar el camino, acompañados por algunos “filántropos” con aspiraciones de reformismo social: los Soros, los Schwab, y sus organizaciones de notables.

Alguien ha definido las nuevas posiciones como “transhumanistas” frente a “bioconservadores”. Vale hasta cierto punto y puede aceptarse provisionalmente como sustituto de las contradicciones entre “progresistas” y “conservadores” o a las antiguas de “derechas” contra “izquierdas”. Lo que buscan unos, ya no tiene nada que ver con las ideas que acompañaron a la izquierda durante 200 años: no es el “progreso social”, ni mayores derechos para las “clases populares”, ni tampoco una sociedad “más justa”. Ni tampoco tiene nada que ver con el conservadurismo o las concepciones de la derecha sobre la nación, la religión o la tradición, propias de las derechas. Lo que ahora está en el tapete es -lo repetimos- una posibilidad de alteración del ser humano en su propia naturaleza, la concepción que se tiene de él, y practicar una ingeniería social demoledora de todas las estructuras que han acompañado a la sociedad desde el paleolítico. La magnitud de la obra de demolición es tal que implica una nueva definición de los “frentes”, por encima de las derechas y de las izquierdas: si aceptamos que esto es así, las dos únicas posibilidades son adherirnos al “transhumanismo” -si es que vamos a poder beneficiarnos en algo de él y si es que nos forjamos esperanzas en que pueda aportar algo más de la piqueta de demolición contra lo humano- o bien el “bioconservadurismo”, si es que aspiramos a que solamente se modifiquen las condiciones de vida, pero no el ser humano, ni las estructuras que le han acompañado desde que es tal.

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Este es el “Tema” -con mayúsculas y entre comillas- que está marcando nuestro tiempo y que lo marcará a fuego en el futuro. Y explica por qué se producen sorprendentes aproximaciones y coincidencias entre gentes que portan a hoz y el martillo por un lado y otros que lucen cruces y rosarios por otro, entre unos que levantan el puño y otros que alzan el brazo, entre conservadores lo suficientemente inteligentes como para identificar al enemigo y progresistas conscientes de que el “progreso” tiene límites y que, cuando se han emprendido caminos erróneos, es preciso tener el valor de dar marcha atrás. Esto explica porque hay “combates comunes” en los que es posible encontrar a gentes de la derecha y gentes procedentes de la izquierda tradicional: en el debate sobre la inmigración, en el debate sobre el wokismo, en el debate sobre el pack LGTBIQ+, en la lucha contra la Agenda 2030, en el rechazo al transhumanismo, y así sucesivamente.

Ahora nos toca ver, en la segunda parte de este artículo, algunos precedentes que intentaron anticiparse a la superación de los conceptos de “derechas” e “izquierdas”.








 

lunes, 25 de marzo de 2024

TITULARES DEL DÍA (VII): RÍE CAMINANTE, AQUÍ YACE EL "NUEVO ORDEN MUNDIAL"

Hay muchos titulares más, pero estos son los que hoy nos han parecido más sintomáticos de la crisis de nuestro tiempo


SCHWAB OBLIGADO A DAR MARCHA ATRÁS Y RALENTIZAR LA MARCHA

Desde que, en plena pandemia, Klaus Schwab decretó el “reseteo” (punto de partida para un “nuevo orden mundial”), las cosas no han dejado de empeorar para los que aspiraban a ese objetivo. Lo cierto es que allí donde un gobierno se ha empeñado en marchar en esa dirección: allí se ha constituido un “frente del rechazo”. ¿Dónde se han equivocado? En pensar que podía acelerarse la marcha hacia el “nuevo orden mundial”. Si hubieran seguido con un paso lento y con reformas casi inapreciables, pero progresivas, seguramente hubieran alcanzado el objetivo sin apenas resistencias: el error ha sido acelerar el proceso (en multiculturalidad, en wokismo, en ideologías de género, en profetismo climático y catastrofismo medioambiental). Así, amplios sectores de la opinión pública han despertado de la narcosis creada en los treinta años anteriores. Este proceso se había apoyado en una “derecha progresista” y en una “izquierda progresista”: pero ahora, el electorado, tiende más a los extremos. En esas circunstancias el “nuevo orden mundial” es impracticable… salvo por la fuerza. Y en eso están los Macron, lo Trudeau y, por supuesto, los Sánchez.



EL 80% DEL INGRESO MINIMO VITAL
COBRADO POR EXTRANJEROS

Me parece justo que un español, hijo de españoles, cuyos padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, han estado pagando impuestos en España y trabajando para levantar este país, cobre un ingreso mínimo vital (a cambio, naturalmente, de “algo”: cursos de capacitación profesional, trabajos sociales, lo que sea, pero “algo”, para entender que nunca nadie de algo a cambio de nada). Lo que me parece absurdo, inmoral, estúpido y “racista” es que el 80% de los perceptores del “ingreso mínimo vital” sea cobrado por extranjeros: “Si no trabajas, si no produces, si vives del erario pública, lo lamento, pero tienes que volver a tu país de origen. Nosotros, los españoles, no tenemos absolutamente ninguna obligación de mantenerte”. Quien no opina algo parecido a esto, o es un tontorrón buenista, o un ignorante, o un extranjero que aspira a seguir cobrando el “ingreso mínimo vital”. Ahora, haría falta conocer la cifra de extranjeros naturalizados como españoles que cobran esa percepción. Y, mucho nos tememos, que suponga casi el 20% restante…


EL ENEMIGO DEL SUR SE MOVILIZA MILITARMENTE

Marruecos realiza maniobras militares cerca de Canarias. Marruecos si sabe dónde está su enemigo. Lo ha sabido desde que desde el siglo XIV los piratas berberiscos han surcado las aguas del Mediterráneo, saqueado las ciudades costeras y capturado esclavos. Cervantes entre otros, por cierto. De hecho, más que estar aterrorizados por los augures que pronostican una “guerra mundial” (que solo aspiran a hacer digerible el aumento de gastos armamentísticos), deberían estar alarmados por los treinta años que el gobierno marroquí ha emprendido una guerra de baja cota contra España, cuyas tácticas son: 1) Exportaciones masivas de haschís y de drogas (un pueblo intoxicado es un pueblo inutilizado), 2) Exportaciones masivas de inmigración (la quinta columna ya tiene doble nacionalidad), 3) Guerra económica (con el beneplácito de la UE invadiendo los mercados españoles con “productos basura” y empobreciendo al campo español), 4) Reivindicando fragmentos del territorio nacional (Ceuta, Melilla, las Islas Adyacentes y las Islas Canarias que forman parte del diseño geopolítico del “Gran Marruecos”, 5) Exportando terrorismo y delincuencia (buena parte del terrorismo islamista que irrumpió en Europa Occidental procedía de Marruecos y hoy, las bandas de delincuentes marroquíes, cada vez más agresivas y mejor armadas, operan en nuestro territorio). Este es el único riesgo de guerra que existe para nuestro pueblo: y se va a desarrollar -se está desarrollando- en el interior de nuestras ciudades… algunos de cuyos barrios ya están en manos del “enemigo del Sur”. Tomar nota, porque de esto se va a hablar mucho en los años venideros.



YA NO SON 30.000 “DESAPARECIDOS”,
SINO SOLO LA CUARTA PARTE...

La cantinela de los “30.000 desaparecidos de la dictadura militar argentina” ha llegado a cansar, especialmente a España, en donde han llegado y prosperado algunos de los predicadores del mito. No fueron 30.000… ni 20.000… ni 10.000… sino poco más de 8.000. Esto equilibra las cifras porque el numero de asesinatos que cometieron los terroristas fue elevado: 1.501… El gobierno de Milei se ha preocupado por restablecer la cruda verdad de las cifras: no de justificarlas, sino de restablecer la verdad. No fueron 30.000, sino que fueron menos de la tercera parte. Esto ha sido paralelo a recordar que “hubieron desaparecidos” porque se produjo algo parecido a una guerra civil en la que las organizaciones terroristas asesinaron a 1.501 personas. Nada de todo ello puede justificarse. Pero, en Argentina, cada vez más gente piensa que si no se hubiera liquidado de un plumazo a los grupos terroristas, estos todavía seguirían causando víctimas. El problema añadido es que, los profesionales de los subsidios están viendo como se les acaban algunas fuentes. Las familias de los desaparecidos han sido resarcidas económicamente -era obligado-, pero lo que no resulta tan digeribles que los dirigentes terroristas hayan recibido también “compensaciones económicas” millonarias (los herederos de Gorriarán Merlo, por ejemplo, recibieron millones de pesos, a pesar de que había cometido actos terroristas, incluso durante el período democrático (el asalto al cuartel de la Tablada durante el gobierno de Alfonsín… Por no hablar de Hebe de Bonafini y de las “madres de la plaza de mayo”, amamantadas, entre otros, por el gobierno de ZP. Una pregunta “capciosa”: si los “desaparecidos” ya no son 30.000 sino 8.000… ¿qué otra cifra histórica y frecuentemente repetida, a pesar de lo tópico, absurdo y chirriante, habría que modificar?


EL GOBIERNO QUIERE ACABAR CON LA "FACHOSFERA"

Cuando apenas se ha aprobado la “amnistía” a los responsables del “procés” y, cuando existen muchas posibilidades de que la ley sea impracticable e impugnada, Sánchez ya negocia el referéndum con Junts. A este paso, cabe pensar que, incluso, a pesar de que será consultivo y de que el “Si” a la independencia tiene menos futuro que un submarino descapotable, realizada la consulta y dado que su resultado no será “vinculante”, el propio Sánchez dé la independencia a la gencat para mantenerse unos días más en el poder. Y su por una fatalidad histórica, siguiera en el poder, incluso aportaría fondos para que la republiqueta pudiera sobrevivir y un impuesto especial para españoles que tuvieran el mal gusto de trabajar en la empresa privada para financiar a la clase política independizada… Fantaseamos, claro está. Pero todo ello es posible en una España en la que, el principal problema para Sánchez es la “fachosfera” y su medida estrella para la legislatura, la disolución de las organizaciones “fascistas”. Serán consideradas como “fascistas”, aquellas organizaciones que el propio Sánchez las considere como tal. Si esto no es dictadura, se le parece mucho. Y no terminará bien, especialmente para Sánchez que va ganando enemigos cada día que pasa…

 








 


miércoles, 20 de marzo de 2024

¿MORIR POR KIEV? ¿SOPLAN VIENTOS DE GUERRA O DE NEGOCIO?

Estamos ante una campaña de “operaciones psicológicas” destinada a transmitir a la población la proximidad de una guerra. Pero también estamos a pocos meses de cambios históricos, tanto en EEUU como en la UE: en 2025 ya nada será como antes. Incluso, a partir de mayo, cuando se produzcan las elecciones europeas, quedará claro que los gobiernos que hoy proponen una guerra exterior, pero que ni siquiera son capaces de controlar a las minorías étnicas parasitarias en su interior, quedan en situación de debilidad en el conjunto de la UE. Por lo demás, la victoria de Donald Trump en EEUU -si llega a la votación- está cantada. Y Trump ha sido muy explícito sobre sus planes. Así pues, es dudoso que, entre finales de 2024 y los primeros meses de 2025 pueda mantenerse la tensión belicista… algo que saben muy bien quienes la han desencadenado. Así pues ¿existe un riesgo de guerra? ¿a qué obedece esa campaña de preparación psicológica? Estas líneas intentarán situar el fondo de la cuestión.

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OCURRIÓ HACE VEINTE AÑOS: EL MECANISMO DIABOLICO EN MARCHA

Los que tenemos memoria sabemos cómo empezó la “preparación psicológica” para la guerra de Irak:

- primero, se insistió por activa y por pasiva en la complicidad de Irak con… Al-Qaeda y en su responsabilidad en cualquier masacre que estallara en el mundo. Incluso, nuestro ínclito José María Aznar sostuvo -con no menos seriedad- que ETA y Saddam eran lo mismo.

- luego se nos convenció de que el ejército de Saddam Hussein (del que se decía que era el “tercero en el mundo”) estaba preparando una ofensiva generalizada contra los países vecinos y una escalada de violencia para acabar con Israel;

- finalmente, esta noticia se magnificó y apareció la leyenda de que poseía “armas de destrucción masiva” (incluso Colin Powell, secretario de defensa, con una seriedad pasmosa, afirmó que estas “armas”, gases químicos letales, se fabricaban en camiones móviles…);

Y esto duró dos años, desde que se apagaron los ecos de la invasión norteamericana de Afganistán en 2001 hasta la noche en la que se produjeron los ataques a Bagdad el 1º de mayo de 2003… Sabemos lo que ocurrió después.

   

LA CAMPAÑA PSICOLÓGICA VUELVE A REPETIRSE

Ahora vuelve a repetirse el mismo proceso: “Rusia es culpable”, han sentenciado desde el despacho oval de la Casa Blanca. Así pues, gobiernos “aliados” (es decir, vasallos, porque los imperios no tienen “aliados”), grupos de comunicación, ONGs y tertulianos, cumpliendo la orden se apresuran a culpabilizar de todo lo culpabilizable a Rusia y a Putin.

Las similitudes entre aquella “preparación psicológica” para la guerra del Golfo (que, en el fondo, fue la misma que la que siguió Roosevelt y Churchill desde 1938 hasta que lograron convertir un conflicto localizado en una guerra mundial), son evidentes. Pero la situación internacional es completamente diferente.

Los signos son inequívocos: todos los gobiernos títeres del Departamento de Estado norteamericano (incluido el español, aunque con cierta timidez) están de acuerdo en algo que dista mucho de ser cierto: que el conflicto ucraniano y las consiguientes “conquistas rusas” no detendrá a Vladimir Putin. Pregunta capciosa: ¿Cuándo Vladimir Putin ha evidenciado con algún gesto el que quiera “conquistar” para la Federación Rusa territorios europeos o asiáticos? Respuesta: NUNCA.

La guerra de Ucrania -y esta es la parte importante del relato “occidentalista”- no la inició Putin, sino la ambición de la OTAN de integrar a Ucrania en su dispositivo anti-ruso, incumpliendo las promesas -por enésima vez- realizadas por el presidente Bush (padre) al entonces líder soviético Gorvachov. Rusia -entonces en situación de debilidad, especialmente durante el gobierno alcohólico de Boris Eltsin- había callado ante las sucesivas incorporaciones de países del Este europeo a la OTAN, ante los intentos del Pentágono de encender conflictos en el Cáucaso y en las ex repúblicas soviéticas, a su intervencionismo en Ucrania. Etc, etc, etc. El repertorio de golpes “occidentales” contra Rusia fue interminable. Pero a partir de principios del milenio empezó la reconstrucción del Estado Ruso de la mano de Vladimir Putin.

La debilidad, la apatía y el celo alcohólico de Eltsin fue sustituida por el deseo de restablecer la dignidad del Estado y de la Nación rusa. Y al intento de integrar a Ucrania en la OTAN (que ya había inducido una guerra de guerrillas en las repúblicas que se independizaron de Kiev y pidieron su integración en la Federación Rusa, aprobada en referéndum), Putin contestó con un ataque localizado en el sur-este de Ucrania.

Gobiernos lacayos, tertulianos a sueldo, medios de comunicación deficitarios, todos, condenaron la “invasión rusa”, cuando el responsable de una guerra (y de todas las masacres posteriores) no es el que ataca primero, sino el que hace posible esa guerra. Y los EEUU buscaron implicar a los países de la UE en un conflicto provocado, en última instancia, en las oficinas del Pentágono:

- Primero, el Departamento de Estado ordenó sanciones contra Rusia. Y los gobiernos occidentales sancionaron a Rusia, a pesar de que ellos eran los primeros perjudicados (¡hasta eso llega la voluntad imperialista y hasta eso alcanza la indignidad de gobiernos traidores hacia quienes los han elegido!).

- Luego, llegaron incluso a sabotear con atentados terroristas instalaciones rusas en el Báltico -la voladura del Nord Stream- para interrumpir el flujo de gas ruso a Europa Occidental y, por supuesto, los propios EEUU ofrecieron gas al doble de precio a los gobiernos europeos. Pero la economía de mercado es incontrolable y los rusos se las ingeniaron para que su gas siguiera llegando a los mercados europeos a través del comercio triangular. Más caro, por supuesto, por la presencia de intermediarios.

. Los EEUU enviaron (y siguen enviando) material militar a Ucrania. A fin de cuentas, los ucranianos ponen los muertos y los beneficios van a parar al consorcio militar-petrolero-industrial verdadero núcleo de la “administración Biden” (¿o es que alguien cree que ese anciano acartonado, con neuronas atrofiadas y que desde hace, como mínimo cinco años, ha perdido el sentido de la realidad, es quién gobierna en la Casa Blanca?).

Pero, solo con la ayuda militar norteamericana -materiales obsoletos y a punto de caducar- no se sostenía la guerra contra Rusia: hacía falta que los gobiernos “vasallos” -los más afectados por las sanciones- pusieran algo de su parte. España envió seis tanques “Leopard”, prácticamente inservibles para la guerra de posiciones en la que se había convertido el conflicto ucraniano desde el momento en que las tropas rusas alcanzaron los objetivos que pretendía. Alemania -gobernada por ecolocos, socialdemócratas y liberales- fue quien más se esforzó. Polonia -que aspira a dar una dentellada al territorio ucraniano cuando termine el conflicto- dio un paso atrás. El resto de gobiernos enviaron fondos y ayudas evaluadas en decenas de miles de euros… ¡a uno de los países más corruptos del mundo y en el que quien gobierna verdaderamente es la mafia azkenazíe!

Y el tiempo ha ido pasando: las ofensivas ucranianas, anunciadas a bombo y platillo por la prensa y los tertulianos occidentales, no han prosperado. Se diría que eran tan solo excusas para mostrar que Zelensky hacía algo con el dinero y con las armas que se le enviaban. De hecho, lo único que ha conseguido ha sido seguir poniendo más muertos. Los ataques con drones occidentales se han visto respondidos, en represalia, con una destrucción cada vez más sistemática de infraestructuras (la estrategia no es de Putin, ya se ensayó en los bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia a finales del siglo XX).

El hecho incuestionable es que la guerra ya está perdida -lo estaba desde el primer día- para Ucrania: hay que cuestionar incluso la “voluntad de lucha por su libertad” del “pueblo ucraniano” que, de momento, ha sido abandonado por 2.000.000 de ciudadanos que han preferido huir a Occidente que servir a su país con las armas

EL MUNDO SE ESTÁ RECONFIGURANDO CONTINUAMENTE

Se está abriendo un nuevo escenario, resultado de los efectos secundarios del conflicto ucraniano. Contrariamente a lo que preveían sus impulsores (las plutocracias occidentales y, concretamente, estadounidenses), Rusia no es hoy más débil que hace tres años. El mundo se ha partido en dos: “Occidente” (dividido, confuso, en crisis) y el “resto del mundo” (China, India, Rusia, etc.) que, o bien aspiran a la hegemonía comercial mundial (China) o bien quieren seguir su propio camino sin imposiciones, ni conflictos (Rusia, India). El conflicto ucraniano, ha matado la “globalización”: esta es la primera constatación.

Ahora bien, el conflicto ucraniano estalló porque en EEUU el verdadero poder -repetimos, el complejo militar-petrolero-industrial- ha colocado a un verdadero monigote en el poder. Pero cada cuatro años hay elecciones en los EEUU. Y, por lo demás, el ciclo electoral democrático sigue en los países occidentales. Los hitos próximos van a ser: las elecciones europeas de junio de 2024 y las elecciones en los EEUU en noviembre. En ambos casos se puede producir un giro radical en la situación.

- En EEUU el complejo militar-petrolero-industrial no ha encontrado un candidato de reemplazo. Kamala Harris, colocada en la vicepresidencia para sustituir a Biden cuando sus problemas cerebrales ya no pudieran ocultarse más, lo tenía casi todo para ser la candidata ideal del “stablishment”: mujer y de piel oscura… pero carecía de cualquier otro atributo que pudiera despertar empatía en el electorado. Hoy es uno de los políticos más denostados en los EEUU. Habrá que prestar atención al candidato a la vicepresidencia del “ticket” demócrata: solo a un ciego se le oculta que Biden, en caso de salir elegido, no resistiría muchos meses más antes de ser inhabilitado. Pero esta cuestión es improbable: Biden tiene muy pocas posibilidades de salir elegidoLa diferencia entre Biden y Trump es tal, que el primero solo podría vencer en el caso de que Trump no pudiera presentarse a las elecciones por alguna artimaña legal (lo que se ha intentado desde el mismo momento en el que dejó la presidencia), porque muriera de muerte natural (las hamburguesas y la comida “típicamente americana” que suele degustar, no son precisamente garantías de larga vida) o bien, porque fuera asesinado (y no sería la primera vez que en los EEUU una acción terrorista contra una personalidad cambia la política de la administración). En caso de victoria de Trump está claro que uno de los primeros objetivos sería cesar toda ayuda a Kiev. ¿La OTAN? “Si Europa quiere defensa ¡que la pague!”. Como empresario, sabe que nadie puede soportar un nivel de endeudamiento como el que tiene actualmente los EEUU y que, si sigue entrando dinero en las arcas públicas, es mejor destinarlo a reconstruir las infraestructuras, sanear la sociedad norteamericana, generar puestos de trabajo y aminorar la carga de la deuda. Todo lo demás -empezando por Ucrania- es secundario. Sabemos pues, muy bien, cuál va a ser la política de la segunda administración Trump: cesar compromisos gravosos en el exterior y orientarse hacia la reconstrucción interior (que buena falta hace, como cualquiera que ha viajado a los EEUU ha podido constatar).

 "Bumbling Biden", las "torpezas de Biden", una de las webs más seguidas en EEUU que denotan a las claras que el deterioro mental de Biden no es solo un recurso electoral trumpista.

- Luego están las elecciones en la Unión Europea. La tendencia más probable es: un debilitamiento de la izquierda, un mantenimiento a la baja de la derecha liberal y un aumento de las distintas candidaturas de derecha nacional (lo que sus adversarios suelen tildar de “extrema-derecha”). Y la UE está en una situación en la que precisa una reforma de arriba abajo: REFORMA O LIQUIDACIÓN. Los últimos quince años -cuya política ha estado dominada por el centro-izquierda- han arrojado fuera de la política internacional a la UE. Europa es hoy un enano político, con pérdida de posiciones en materia económica, provista de una burocracia pesada y asfixiante dominada por el eje franco-alemán, que además ha dejado de regirse por criterios tecnocráticos -como en otro tiempo- y que no es más que la “pata europea” de una globalización que ya ha dejado de existir.


La cuestión en las próximas elecciones europeas, ya no es si se producirá un "giro a la derecha", sino la envergadura de la derrota de la izquierda y el incremento de la "derecha nacional".

Si en EEUU las cosas están claras, en la UE es todo mucho más complejo. Todo dependerá de la envergadura del descalabro de las candidaturas de izquierdas y de los avances de la “derecha nacional” (así como de su capacidad para elaborar estrategias unitarias en el parlamento europeo). Pero, en cualquier caso, parece muy difícil que, a partir de finales de año se sigan manteniendo las constantes de la situación actual: ni Ucrania va a poder resistir mucho más, ni le queda tiempo al complejo militar-petrolero-industrial para completar la campaña de “preparación psicológica” para una nueva guerra generalizada.

Y esto no lleva a la cuestión esencial: ¿existen posibilidades de que estalle un conflicto generalizado?

LAS POSIBILIDADES DE UN CONFLICTO GENERALIZADO

Las declaraciones de Macron al respecto (un presuntuoso que no puede mantener el orden ni siquiera a 500 metros del palacio del Elíseo y que aspira a tener un peso internacional), las de Lloyd Austin, secretario de defensa de EEUU, alertando sobre la próxima “invasión rusa”, la intención de los gobiernos europeos de rearmarse e, incluso, la de la pobre Margarita Robles (uno de los pocos ministros que, dentro del actual gobierno español, puede alardear de tener una carrera propia, de haber, incluso, trabajado en la administración de justicia… pero que carece por completo de conocimientos en materia militar y debe fiarse de informes de la inteligencia española, la cual se fía de los que le llegan de la CIA y del Departamento de Estado) de enviar media docena más de Leopard a Ucrania, todo eso, sumado, no pasa de ser un “fuego de paja”.

En las actuales circunstancias, nadie quiere la guerra. Absolutamente nadie:

- Putin porque conoce los resultados de la última guerra mundial que todavía pesan en el subconsciente colectivo del pueblo ruso (el que pagó más cara su participación: entre 18 y 20.000.000 de muertos).

- El complejo militar-petrolero-industrial de los EEUU porque sabe que el tiempo se le agota, no dispone de tiempo suficiente para que una campaña de operaciones psicológicas acondicione las mentes para una guerra, y, a partir de noviembre, ya nada será como antes.

- Los gobiernos europeos porque saben perfectamente que no están ni siquiera en condiciones de superar conflictos interiores que pudieran suscitar minorías étnicas en el momento en el que fuera imposible seguir subvencionándolas (algo que ocurriría en caso de conflicto y de “economía de guerra”).

¿POR QUÉ PROLIFERAN LAS BRAVATAS BELICISTAS? (RECORDANDO EL COVID)

La pregunta que subyace es: pero si nadie quiere la guerra, ¿a qué viene todo esa retahíla de declaraciones belicistas y esa campaña de operaciones psicológicas para preparar a la población para la guerra? Error: no es una campaña para preparar una guerra, sino para preparar el gran negocio armamentista. Para eso si que hay plazo de aquí a final de año. Y en eso, todas las partes están de acuerdo:

- el complejo militar-petrolero-industrial de EEUU porque su negocio es la fabricación de armas, se usen o no;

-la UE porque revitalizando la industria armamentística generaría nuevos puestos de trabajo y revitalizaría su economía…

La actual campaña de “operaciones psicológicas” desencadenada es muy similar a la que ya vimos con ocasión del COVID:

- primero se genera el miedo, el consabido “moriremos todos”,

- segundo se decretan medidas absolutamente irracionales que se aceptan por el miedo generado previamente y,

- finalmente, viene la salvación en forma de vacuna milagrosa.

Todo esto ¿para qué? ¿Cómo experimento social? Es posible, pero lo que es seguro es que la “campaña del COVID” fue generada desde la OMS por compañías del sector farmacéutico y para multiplicar exponencialmente sus beneficios. A fin de cuentas, lo que se pretendió con aquella “gran mentira” (el virus existía, pero la mayoría de muertes ha sido causada por los malos protocolos para tratar el virus, emitidos por la OMS y difundidos por gobiernos ignorantes, tertulianos crédulos y aceptados por una población aterrorizada, aislada y sometida a presión psicológica en la soledad de su hogar) no era más que una operación económica.

Si aquello fue protagonizado por las multinacionales del sector sanitario, amparados en la “autoridad” de la OMS, la crisis actual tiene como instigadores -lo repetimos de nuevo- al complejo militar-petrolero-industrial de los EEUU que utiliza al Departamento de Estado y al de Defensa como portaestandartes y la OTAN como “cómplice necesario”. No se busca una guerra que, en el estado actual de la carrera armamentística, EEUU no podría vencer -y que, después de noviembre- ni siquiera buscaría Donald Trump y que ningún país europeo desea, lo único que se pretende es dar un impulso al sector armamentístico. Eso es todo y eso es lo que dice la lógica.

NO DEJARSE IMPRESIONAR POR LA VIRULENCIA DE LAS DECLARACIONES

Así pues, es preciso no dejarse impresionar por la gravedad de las informaciones. El riesgo de conflicto es mínimo. Hace dos años y medio, cuando empezó el conflicto ucraniano existían muchas más posibilidades: la administración Biden tenía aún mucho tiempo por delante, incluso la izquierda progresista se encontraba, a nivel mundial, en una situación mucho mejor que en la actualidad (en el ámbito iberoamericano, el Grupo de Puebla dominaba sin discusión el escenario Iberoamericano y el peninsular: hoy es un despojo y las protestas se acumulan en el único país en el que ha logrado prosperar en los dos últimos años, Brasil). Inicialmente se dudaba de la posición que iba a adoptar China e India en relación al conflicto ucraniano: hoy ya no hay duda. No están en el campo “occidental”: su proximidad con el gobierno ruso es indudable y otro tanto ocurre con Irán. No es el mismo escenario y, por tanto, los instigadores de la “operación psicológica pro-bélica” han desencadenado la campaña con un objetivo mucho más realista: poner en marcha las fábricas de armamento. Multiplicar, repetimos, sus dividendos.

Claro está que luego se tratará de ver en qué conflictos puede emplearse ese armamento. Y aquí no parece existir una gran diferencia en torno a la Guerra Fría: en frentes secundarios. África tiene todos los puntos para consumir grandes cantidades de armas convencionales para matarse a gusto. Incluimos también el Magreb. Y aquí es donde entra España:

- Valdría la pena que los españoles no olvidásemos que Marruecos reivindica fragmentos de territorios históricamente españoles, incluidas las Islas Canarias, además de Ceuta, de Melilla y de las Islas Adyacentes.

- Ni olvidemos tampoco que en España la tensión política, los callejones sin salida constitucionales, la ceguera, la psicopatía y la mediocridad de algunos gobernantes está llevando a situaciones paralelas a las que concluyeron en 1936 en el estallido de una guerra civil.

No es hacia Ucrania hacia donde Margarita Robles debería mirar, sino a reforzar el dispositivo militar español de cara a los dos únicos conflictos posibles que pueden aparecer en nuestro horizonte estratégico: una ofensiva del “enemigo del Sur”, Marruecos, o bien un problema político-civil, incluso étnico, que no sean ya capaces de controlar las fuerzas de orden público.


¿Y UCRANIA? LLANTO POR LA DESGRACIA DE UN PAÍS

¿Y Ucrania? Ucrania ya ha perdido la partida. Perdió desde el momento en el que, en lugar de optar por el neutralismo y por las buenas relaciones con Rusia y con la UE, calculó -no “Ucrania”, sino la mafia azkenazíe que gobierna allí- que podía muñir más la vaca occidental que a una Rusia que conoce bien quien es quien en la política ucraniana.

Cada vez va ganando peso la convicción entre la opinión pública occidental de que Zelensky deberá, antes o después, realizar “concesiones territoriales” a Rusia (en realidad, no hace falta: las incorporaciones ya están realizadas y Ucrania solamente tiene que aceptar que los territorios de habla, cultura y tradición rusa que, por azares de la historia -con la reordenación estalinista en primer plano- tenía accidentalmente incorporadas a su territorio, ya no lo están.

La verdadera cuestión que se dirimirá en las conversaciones de paz, será el estatuto de la Ucrania de la postguerra y el destino de Zelensky y de su camarilla (y, en este terreno, la gran duda es quién acabará con Zelensky, si la indiferencia occidental o bien su propio pueblo). ¿Quién reconstruirá Ucrania? ¿Quién pagará la reconstrucción? ¿Qué garantías de neutralidad podrá ofrecer un futuro gobierno ucraniano a Rusia? 

Esas son todas las cuestiones que será cuestión de dirimir en 2025, difíciles pero no destructivas como un conflicto generalizado.








martes, 19 de marzo de 2024

HIPÓTESIS SOBRE LOS RESULTADOS DE LAS ELECCIONES CATALANAS

No está muy claro cuál va a ser la repercusión de las elecciones catalanas, ni siquiera los resultados. Se ignora, por el momento, el efecto que pueden tener medidas como la amnistía, los casos de corrupción y cómo reaccionará el electorado nacionalista. Ni siquiera en la derecha están claros los resultados. Todo empezará a verse más claro cuando se sepa el resultado de las elecciones vascas (que albergan menos incertidumbres) y cuando se deshinchen los globos mediáticos sobre el “Caso PSOE” y la respuesta socialista activando el ventilador de la corrupción (esto es, cuando se vayan conociendo los alcances jurídicos y penales de ambos casos). Al mismo tiempo, ni siquiera están claros algunos candidatos que se presentarán (empezando por Puigdemont), ni mucho menos son creíbles los sondeos publicados. Así pues, vamos a intentar contemplar distintas hipótesis.

ILLA: ¿SUBIRÁ O BAJARÁ? YA NADA DEPENDE DE ÉL NI DE SU CAMPAÑA

En nuestra opinión Illa es un candidato “tocado” por sus propios errores durante la pandemia (él mismo dijo que al ser nombrado “ministro de sanidad”, no tenía ni idea de sanidad y nadie esperaba que se produjera la llamada “pandemia”) que no afectan solamente al manejo alegre de fondos del ministerio que se perdieron en mascarillas inservibles, tests igualmente falsos y material caro, malo y que se destruyó sin exigir devoluciones. Lo peor no es esto: esto sería, en el peor de los casos, incapacidad para gestionar un ministerio (algo previsible en un tipo que carecía por completo de experiencia en gestión y cuyo modesto título de “licenciado en filosofía” no le ayudaba en nada). Lo peor es que durante la gestión de Illa murió gente. Entonces, cuando el miedo atenazaba a la sociedad española, estábamos poco dispuestos a creer que la mayoría de las muertes se debían a la “mala praxis médica” recomendada por la Organización Mundial de la Salud, pero, desde entonces, las voces que ya lo advirtieron en aquel momento, se han convertido en un clamor. Y no, no somos negacionistas: existió pandemia y existió el virus… pero el mayor crimen fue recomendar unos protocolos que, en lugar de erradicar el virus cuando aún se podía, tendían a “hundirlo” en los pulmones de donde ya era imposible erradicarlo. Esa es la tesis que cada día gana más fuerza y que, en su momento, pocos médicos se atrevieron a denunciar.

Aquella mala gestión, presentada por Sánchez como un “gran éxito”, fue suficiente para desplazar a Illa al frente del PSC catalán en donde sigue. Ahora queda saber, si en los dos meses y medio que quedan hasta las elecciones, surgirán nuevas informaciones, tanto sobre el descontrol que existía en el ministerio de sanidad durante su gestión, como el error de aplicar protocolos contraproducentes en el trato de la enfermedad. El futuro de Illa dependerá, en gran medida, de esto, pero, además se le junta otro problema.

EL PRECIO DE LA AMNISTÍA QUE PAGARÁN LOS SOCIALISTAS

El electorado socialista que permanezca fiel al PSC deberá de aceptar la versión oficial pedrosanchista sobre la oportunidad de conceder la amnistía: que se trató de una medida para poner el contador a cero, limpiar los errores del pasado, perdonar delitos de todo tipo a cambio de garantizar la convivencia. Pero este razonamiento es débil por dos motivos: el primero de todos, que el contador no está a cero. En realidad, los independentistas, ahora, están más fuertes que antes: consideran que no hicieron nada ilegal y, han repetido, por activo y por pasiva, que volverían a hacerlo. Así pues, los propios independentistas se encargan de desmentir y desmontar el razonamiento de quien les ha indultado. El segundo motivo es que resulta demasiado evidente que Sánchez sigue en el poder gracias a los 7 votos de Junts y que los ha obtenido para alcanzar una escuálida mayoría, obteniendo a cambio, solamente, la seguridad de mantenerse unos meses más en el poder.

La maniobra ha sido urdida por Sánchez, pero su virrey en Cataluña es el que tendrá que dar la cara ante su electorado. La duda es si una cuarta parte de los votos que obtuvo el PSC en las elecciones generales, seguirá pensando que el PSC era el muro más seguro contra el independentismo, seguirá fiel a la sigla o se habrá convencido de que el PSC no solamente no es el “muro”, sino que es el ariete: esto es, el muñeco que, manejado por el independentismo, consigue abatir, mucho mejor que ellos mismos, las resistencias de la unidad del Estado. Porque esto es lo que viene produciéndose desde Pascual Maragall, el hombre, con el cerebro ya desbaratado por la enfermedad, que se obstinó en la reforma del Estatuto (cuando no existía demanda social alguna), pacto con ERC y dio origen al problema que actualmente sigue vivo (y no lo estaba a principios del milenio, salvo en minorías juveniles muy radicalizadas).

LO IMPORTANTE ES QUIEN SUPERARÁ A QUIEN: ERC A JUNTS O VICEVERSA

El espacio independentista es, literalmente, caótico: ni siquiera dentro de las dos grandes formaciones (ERC y Junts) se está de acuerdo en lo que se pretende y mucho menos en cómo conseguirlo. Una nebulosa se percibe en ambos partidos en sus propuestas. Agitan todavía el tema de la independencia, pero da la sensación de que lo único que les interesa es liquidar el asunto, consiguiendo un “referéndum de autodeterminación” (“no vinculante” para unos y “vinculante” para otros). A diferencia de en 2007, los más lúcidos, dan por sentado que ese referéndum daría un resultado negativo… pero, al menos, podrán ´decir a su electorado, “lo hemos intentado”. Pocos son -pocos de los que tienen neuronas y las utilizan- los que piensan que la independencia de Cataluña es posible en las actuales circunstancias. El fracaso del “procés”, les ha hecho meditar… aunque no tengan el valor de afirmarlo públicamente, porque, como se sabe, el fin de un partido nacionalista/independentista es la independencia y, si esta no se puede conseguir, ¿para qué existe la sigla?

No vamos a presenciar un debate entre dos programas políticos realistas, sino entre un programa “posibilista” (el de ERC) que quiere seguir detentando las riendas de la gencat, y un programa “agresivo” (el de Junts) que quiere restituir en la presidencia a Puigdemont. Los dos se declaran “indepes” y quieren convencer a su electorado de que lo siguen siendo, pero, en realidad, los dos, lo que quieren es tener las más amplias parcelas de poder para alimentar a sus cuadros. Eso es todo. La duda de si se producirá el sorpasso de Junts a ERC o si ERC mantendrá la hegemonía en el jardín indepe, es lo único que está en juego. ¿Referéndum? Ambos partidos han llegado a la conclusión de que lo mejor es… “jugar y perder”.

LAS FUERZAS NO INDEPENDENTISTAS

Teniendo en cuenta que el PSC juega la carta del equívoco desde la misma fusión de las distintas ramas del socialismo catalán en la transición, y su postura “federalista” es tan inviable como la “independentista”, el electorado que todavía conserva cierto sentido de la realidad nacional e internacional, está ubicado fuera de los márgenes del ambiguo socialismo catalán. En efecto, nos estamos refiriendo al PP, a Vox y a los restos de Ciudadanos. El electorado no independentista y “españolista” o “estatalista”, desearía que estas formaciones se presentaran bajo una misma etiqueta. De hecho, la lógica política implica que así debiera ser y que el poder de atracción de un polo así concebido sería el tercer actor político en Cataluña (tras el bloque independentista y tras el PSC). ¿O hay que recordar que Ciutadans, fue el partido más votado en las elecciones regionales de 2017? Y su programa se reducía a un solo punto: “no al nacionalismo – no al independentismo”.

Por otra parte, la derecha no ha extraído conclusiones de su derrota en las elecciones generales de 2023 que se debió a presentarse dividida en dos opciones, lo que permitió que se perdieran “restos” en beneficio del PSOE y en aplicación de la Ley d’Hondt. Cada uno de los dos partidos cree que podrá quedar “por delante” del otro en Cataluña. Pero, lo que está demasiado claro, es que la división de las fuerzas “estatalistas” seguirá siendo el factor que las suma en la irrelevancia en la política regional.

Si el PP queda por delante de Vox, su dirección podrá alardear de “éxito electoral” (lo más probable es que aumente el número de votos, lo que no está tan claro es de dónde procederán esos votos, si de Vox o de sectores decepcionados con el PSC) y reforzar el previsible avance que obtenga en las elecciones vascas, en donde las últimas encuestas dan una pérdida notable de votos al PSOE (en beneficio, por una parte, de Bildu y, por otra, del PP). Para Vox, quedar por delante del PP supondría mantenerse como una opción tentadora para los votantes de este último partido que cada vez más quieren posiciones más claras y menos contemporizadoras.

De todas formas, el gran error y lo que limitará las posibilidades y los resultados “estatalistas” es su persistencia en desconocer que solamente un “programa único” podría llevarlos a competir con los dos otros bloques de la política catalana.

LO QUE SERÍA DESEABLE PARA EL ESTADO

Cataluña es la única reserva importante de votos que le queda a Pedro Sánchez. Sean cuales sean sus resultados en el País Vasco, aquella comunidad no puede aportar numéricamente gran cosa al PSOE. Si Sánchez consigue detener la sangría de votos socialistas catalanes, corre el riesgo de estabilizar su situación (hoy extremadamente precaria). Pero, para eso, haría falta que Illa obtuviera un buen resultado y que esto le permitiera entrar en el gobierno de la gencat, junto a ERC (en caso de que este último, como es seguro, no obtuviera una mayoría suficiente para gobernar en solitario).

Desde el punto de vista del “interés nacional” y de la “gobernabilidad del Estado”, una derrota socialista en Cataluña o, al menos, un descenso significativo de votos (al que se uniría en apenas un mes, una derrota previsible y sin paliativos de toda la izquierda europea en las elecciones de la Unión Europea), es deseable, necesaria y supondría otro golpe de piqueta para la existencia de la sigla “PSOE”.

Desde que se inició el “procés”, siempre hemos sostenido que la independencia de Cataluña era completamente imposible, además de inviable. Cada vez estamos más convencidos de esta afirmación. La situación catalana está tan degradada, especialmente en materia de orden público y seguridad ciudadana que, aunque la temática no ocupa el primer plano en los programas de los partidos, está ahí para quien verla: un tercio de la población catalana ha nacido fuera de España o son hijos de extranjeros; ya existen zonas en Cataluña en donde la policía ha sido expulsada y diariamente se repiten incidentes cuando la policía entra en barrios de Salou, de Tarrasa o incluso en zonas de la propia Ciudad Condal, las prisiones catalanas están descontroladas (el asesinato de una cocinera y las protestas de los funcionarios han exteriorizado la situación de control que ejercen los presos procedentes del Magreb), Barcelona ya es considerada como una de las ciudades más peligrosas del mundo… Y todo esto con la policía nacional y la Guardia Civil, literalmente expulsadas del territorio catalán y con una policía autonómica desbordada y sin posibilidades de combatir a la delincuencia. A esto se suman los problemas de desindustrialización, gentrificación, la concentración de la mitad de la población catalana en torno a la ciudad de Barcelona, con un campo abandonado a su suerte y un gobierno de la gencat, consciente de todos estos problemas, pero ansioso de comprar la paz étnico-social mediante subsidios y seguir creyendo que con un certificado de catalán, los casi dos millones de inmigrantes e hijos de inmigrantes ya están integrados.

Sin olvidar que Cataluña tiene la tasa de natalidad más baja de todo el Estado (y el Estado Español una de las más bajas de todo el mundo)… ¿Quién iba a decir que después de 45 años de “Generalitat de Catalunya” la propia identidad catalana estaría en trance de desaparecer? Por que ese es el problema real y de fondo al que se enfrenta la sociedad catalana. Por mucho que se empeñe la gencat en llamar al engendro creado “Cataluña multicultural”, lo cierto es que, si es “multicultural” no es “catalana”. Ni siquiera europea. Por eso, siempre hemos sostenido que una Cataluña independiente tendría muchas más posibilidades de integrarse en la Liga Árabe que en la UE… Lo dijimos y lo mantenemos.